En la actualidad, la salud mental ha emergido como un componente fundamental en el desempeño y la sostenibilidad de las organizaciones. Lejos de ser un asunto de índole privada, el bienestar psicológico de los empleados incide de manera directa en los resultados empresariales, pues está profundamente relacionado con la productividad, la innovación y la capacidad de adaptación. A medida que los entornos laborales se vuelven más exigentes, reconocer y priorizar la salud mental se convierte en un imperativo estratégico para las empresas que aspiran a mantenerse competitivas.
La relación entre el bienestar psicológico y el desempeño laboral es clara: empleados mentalmente saludables son más resilientes, innovadores y colaborativos. De hecho, los estudios muestran que el 15% de los adultos en edad laboral padecen algún trastorno mental, como ansiedad o depresión, lo que afecta significativamente su capacidad para trabajar.
La falta de atención a estas problemáticas puede suponer pérdidas económicas notables, como las estimadas 12 mil millones de días laborables perdidos anualmente debido a licencias de salud mental, con un costo de 1 billón de dólares en productividad global (World Health Organization & International Labour Organization, 2022). Estos números ponen de manifiesto la urgencia de actuar, no solamente para salvaguardar el bienestar de los individuos, sino también para asegurar la estabilidad y el crecimiento de las organizaciones.
En consecuencia, el bienestar psicológico de los empleados ya no debe ser visto como un asunto secundario o meramente preventivo, sino como un eje central en las estrategias organizacionales. Por lo tanto, las organizaciones más alineadas a esta realidad estarán mejor posicionados para afrontar los desafíos del entorno empresarial actual, mantenerse competitivas y crear un entorno laboral saludable y sostenible a largo plazo.
